jueves, 14 de enero de 2010

Primeros Lectores

Había una vez un oso
llamado Oliverio.
Parecía una luna llena
Después se puso a dieta
y las ranas decían:
–Quedó flaquito
como una vainilla.
Ahora está nervioso
porque anda enamorado
y se la pasa comiendo
galletitas con helado.
Con su vecino de sillón,
un oso negro y perfumado,
sale a correr de tarde
por una pradera grande
como un colchón planchado